Chupóptero.

1. m. coloq. Persona que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos.


Llegar a casa de un desconocido y apropiarse de sus bienes, de su bien más preciado. Cogerlo delicado, con manos temblorosas. Mirarlo con deseo, dónde el desconocido veía. Pasar la lengua tacto bronce sobre los miles de momentos, sobre emociones construídas, elaboradas, de-sa-rro-lla-das. Sentir como caen, una, dos, tres... caen. Hasta llegar al recuerdo primordial, al recuerdo inamovible y descubrir con cierta indiferencia sana, con miedo inoloro, con nuncamehapasado, que no puedes competir. Saberse dueño de algo que no es tuyo, dueño fugaz, impermeable, desinfectado. Miedo absurdo, miedo excitante, miedo consentido. Verse el enemigo en terreno neutral.


Dar pasos pequeñitos, hacia el peñón. Ser sigiloso y toparse de frente con tu realidad paralela, caminar sobre sus pasos y pisar arrepentido. Y no poder parar. Pensar de repente en ti mismo. Ya no son tres sujetos, ahora es tu barquito de vela, inseguro, descascarillado, llenito de pasados... Te cruzas con los otros botes, con los marineros valientes de turbias aguas, de negras mareas misteriosas. Huyen. Tu sigues acercandote, contracorriente. Quieres tormenta... pobre grumete a la deriva.

Robando frutos del árbol del vecino, nunca de mis ramas colgaron plátanos, pero siempre me ha gustado subirme a las ramas más altas, que si me caigo, ver al menos la luz en el cielo.