Cargada de surrealismo se presentaba la semana, cuando el toque mágico del alcohol hizo de todo algo absurdo, y el placer y la locura comenzaron a deslizarse por la espalda de la primavera, para brindarme unos días llenos de cambios internos y descubrimientos importantes. Si alguien dudaba del precioso mes de Abril, aquí (...) están los acontecimientos que queman las dudas de cualquiera. Y es que la amistad es tan cambiante e insospechada que el simple toque de la rutina puede convertirla en algo maravilloso, tal como nos la venden o por el contrario transformar la pepita de oro en la más profunda mierda. Me permito contar mi vida ya que a sabiendas de que cuatro sois los que leeis este blog, nadie que me importe leera lo que aquí escribo.

Así que me dije: - ¿Es esto lo que me espera? - y alguién contestó - ¡Pse! Al menos no te pudrirás en sonrisas sin fondo.

Me quedo con los momentos, los cortos periodos de tiempo (que se dice), el sentir de un brazo sobre la nuca, las palabras claras sobre otras palabras, los recuerdos que no duelen (esto será lo menos material que soportaré), las caricias, los besos y abrazos, aquello que veo, toco y huelo, que lo que escucho no siempre me lo creo. Me paro en la estación de lo material, que lo otro es para los fantasmas. Me subo en los autobuses de la felicidad instantanea, de esa que parece ser que después pide cuentas (yo aún nunca he pagado nada). Haré aquello que se me presente oportuno y nunca más creeré de más, que no siempre lo que parece es, y la hipocresía es buena en cantidades limitadas. No marcaré números estúpidos, ni esperaré a que alguién marque los mios, que las llamadas surgen, no se planean. Lo único que planearé serán los cuerpos de las mentes que deseo, pasando valles, montañas y comentarios que a nadie interesan. No caeré en un ¡Carpe Diem!, cuidaré mi mente que mi alma ya no existe, subiré los faros, alumbraré mil barcos y seguro, quedaré en mi cama, con el libro de la vida, que no es más que la sencillez de algo bien olido, bien tocado, bien escuchado, bien visto y bien sabido es, que no hay vida completa sin sueños y una vida completa implica no soñar... y eso jamás.